Teresa Valero insiste en las miserias del franquismo en su nuevo ‘Contrapaso’

Madrid, febrero de 1956. Los periodistas de sucesos del diario La Capital investigan los crímenes de un asesino en serie que mata a una mujer cada año. El reportero veterano, Emilio Sanz, es un antiguo falangista crítico con el franquismo, y su joven compañero, León Lenoir, carga en su mochila una vida familiar compleja y la relación con su prima, la dibujante Paloma Ríos. Se encuentran con otro crimen que pone al descubierto la corrupción que campó por doquier durante la dictadura, aquí centrada en la crisis de vivienda y los tejemanejes del poder, que se cruzan con el mundo del cine y la censura que lo aprisionaba.
Bajo esta premisa, Teresa Valero (Madrid, 1969) vuelve con Contrapaso: mayores, con reparos (Norma), cuatro años después de dejar a los lectores con la boca abierta mezclando el thriller con la crítica social. La autora tenía claro desde el principio que quería que el nuevo libro tuviera el cine como marco, pues “por una parte era propaganda y una herramienta de control social, con la censura y el peso de la religión, pero por la otra, también hacía soñar a la gente”. Y también está el glamur, claro, porque es el momento en que España intenta dejar atrás la autarquía y el aislamiento internacional, con la llegada de las primeras bases militares de Estados Unidos, que también invierten en múltiples negocios, y se ruedan algunas grandes producciones cinematográficas.
Lee también “La herida sigue abierta y las familias del franquismo siguen teniendo mucho poder”, dice la autoraSi en el primer volumen de la trilogía trataba la tragedia de los niños robados, aquí la denuncia de fondo es sobre la corrupción inmobiliaria institucional, ejemplarizada en el caso real en el que Pilar Franco, hermana del dictador, se hizo con unos terrenos inexistentes por los que exigió una suculenta indemnización: “Tenía un talento especial para quedarse con ciertas propiedades”, asegura Valero, que recuerda que “la herida sigue abierta y las familias del franquismo siguen teniendo mucho poder todavía hoy”. En el marco de una gran crisis de la vivienda, la autora recuerda en su libro como mucha gente llegó a la capital española sin apenas nada y a menudo acababan instalados en cuevas infrahumanas por las que tenían que pagar, un hecho basado también en la realidad, pues el padre de su suegro vivió una situación así.
La situación de la mujer también es uno de los asuntos que trata, con episodios duros, algunos de los cuales le costó dibujar: “A veces lo paso mal, pero soy consciente de que hay que hacerlo, hay que comprometerse. La ficción, si eres honesto y no eres frívolo, tiene valor, y la empatía de los personajes funciona”. “Contrapaso no es solo una trama de asesinatos, porque si fuera así me aburriría”, señala, y recuerda que a menudo “los secundarios ayudan a definir a los otros personajes”, como en el caso de Domi, que es un homenaje “a las mujeres que hacen de madres de hijos que no son suyos, las tatas”.

Página de 'Contrapaso: mayores, con reparos'
Teresa Valero / NormaPara la creadora, su nuevo libro llega en un momento en que “muchos derechos sociales están en cuestión, cuando no en regresión”, con muchos jóvenes que aseguran que no verían mal vivir en una dictadura: “Nos movemos por momentos emocionales, pero me gustaría que mi trabajo sirviera también para educar, porque también es una oda a la comprensión y la reconciliación entre personas que piensan distinto”.
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