Mujeres en el olvido del exilio

El bombero Guy Montag, protagonista de la fábula Fahrenheit 451 , de Ray Bradbury, de quien tomamos prestado el epígrafe, se pasa la novela entera corriendo. Primero, para quemar libros con el lanzallamas y, luego, río arriba, con el fin de huir de los malos, que han prohibido la lectura. Pues más o menos de esa guisa ha transcurrido la semana, en un corre-que-te-pillo veloz y achicharrado, con el estallido súbito de la canícula, de charla en charla, a veces simultáneas. Entre el hervidero de propuestas culturales, escogemos un par de actos dedicados a dos mujeres engullidas por el sumidero del exilio.

En primer lugar, Irene Polo (Barcelona, 1909-Buenos Aires, 1942). El miércoles, a las siete de la tarde, los profesores Francesc Salgado y Teresa Ferré Panisello presentan, en la librería Documenta, Una intrusa en la prensa , primera entrega de las crónicas de la reportera catalana. La editorial sevillana Renacimiento está recuperando la obra completa, empezando por este volumen, en edición de Salgado, que reúne los textos de sus inicios en la profesión, a finales de los años veinte, los que publicó en castellano en cabeceras como El Día Gráfico .

Documenta acoge la presentación de ‘Una intrusa en la prensa’, los primeros artículos de Irene Polo

Fascinante, misteriosa, republicana, autodidacta y lesbiana, Polo imprime una mirada nueva, muy fresca, al reporterismo de calle. Se mete en la fila frente a la Casa de la Caritat para conversar con quienes acuden a por un plato de sopa boba. Entrevista a una castañera. “Da vueltas por la ciudad y cuenta lo que ocurre durante la verbena de Sant Joan”, explica Salgado. O persigue durante más de tres horas a Francesc Cambó, a la sazón líder de la Lliga, para apenas arrancarle cuatro palabras y, aun así, bordar la crónica de una entrevista imposible. Se embarcó hacia Argentina en 1936, siguiendo la estela de la actriz Margarita Xirgu, y ya no regresó. Se quitó la vida a los 32 años. Una estrella meteórica.

A esa misma hora están sucediendo cositas interesantes en la sede de Anagrama, en la terraza, donde el verdor de las plantas contrasta con el color caldera de las paredes. Llego tardísimo, pero aún queda cerveza fría y prosigue la entrevista que realizan cuatro mujeres – Clàudia Rius , Paula Carreras , Rita Roig y Ofèlia Carbonell –, quienes le han dado una original vuelta de tuerca al periodismo en estos tiempos asesinos. Las cuatro se subsumen en un colectivo llamado Gent de Merda; esto es, un podcast que se emite integrado en la programación de Ràdio Primavera Sound. Gent de Merda, porque todos somos arrieros; que nadie se engalle en plan culturetas. Hoy entrevistan en directo a Irene Jaume , librera de La Ciutat Invisible, en Sants, con el fin de indagar cómo se las ingenia para aconsejar libros en distintas situaciones. Por ejemplo, “¿qué le regalas al novio fife de una amiga?” (el término fife se refiere a un hombre heterosexual con una gran afición por el fútbol). Pues en estos casos, dice la prescriptora, suelen funcionar muy bien Bukowski, Kiko Amat o Sergi Pons Codina.

El jueves, en el Museu Tàpies, tiene lugar una performance peculiar en torno a la artista Marta Palau (Albesa, Lleida, 1934-Ciudad de México, 2022) y su exposición Mis caminos son terrestres , comisariada por Imma Prieto . Otra exiliada. Para la pintora y escultora, el arte era “magia y libertad”, de manera que se realiza una lectura de tarot interpelando a su obra. Pero no se emplea una baraja clásica, como la de Marsella, sino el mazo de cartas que han creado los artistas de Equipo Jeleton, un florilegio de naipes inspirados en motivos vegetales. El público escoge cartas al azar, luego se barajan y una y otra vez persiste en salir el arcano llamado tillandsia o clavel del aire, como lo fue Palau. Una artista que vivió el aire, sin tierra bajo los pies, pero que acabó echando raíces en el México de Lázaro Cárdenas, adonde llegó en 1941 con su familia, como tantos transterrados por la dictadura franquista.