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Morante, a hombros por Alcalá tras abrir la Puerta Grande de Madrid: «Ha sido mérito a toda una trayectoria»

Morante, a hombros por Alcalá tras abrir la Puerta Grande de Madrid: «Ha sido mérito a toda una trayectoria»

La plaza en pie para recibir a Morante tras el Himno. El cigarrero, ya premiado como el creador de la mejor faena del ciclo isidril, está en un momento extraordinario, y Madrid lo sabe. Aunque, hablar de los momentos de Morante es absurdo, porque ¿quién iba a decir en 2022 que se podía mejorar su toreo? Pues lo ha conseguido. Con una maestría sin igual del que muchos dicen que es el mejor torero de la historia. Y como tal, se le ovacionó.

«Señora, va por usted y por España» le dedicó Morante a la Infanta Elena, presente en la barrera del 10. Su hija, Victoria Federica, se encontraba en un callejón, al que no faltaron Ayuso, Almeida, Miguel Abellán o Javier Conde. Y a doña Elena y a España les dedicó José Antonio otra obra cumbre, que hizo que Madrid coreara su nombre, mezclado con gritos de «¡Morante, te quiero!», durante una vuelta al ruedo en la que se recreó. Feliz se metía el torero tras recoger puros, abanicos y flores. El otro día, la espada le privó de la puerta grande, y hoy «pude matarlo bien. Me llena de orgullo estar en una profesión tan grande», declaró al micrófono de Telemadrid.

Algunos espectadores seguían pendientes de la final de Ronald Garros. «¡Miau!» le gritaron al cuarto, mientras Morante lo toreaba. Pero aquellas guasas se tornaron en rotundos «¡olés!» cuando Morante decidió poner Madrid patas arriba con un flojito animal. «¿Cómo va Alcaraz?», preguntaba un abonado. «¡Qué me importa ahora mismo cómo va Alcaraz!», contestaba su compañero de abono.

En el ruedo, Morante estaba realizando la faena que le abriría la puerta grande. Esa por la que tanto ha luchado, y que tanto hemos soñado todos. Llorando se abrazaba a su primo Juan Carlos, viniendo a decir todo lo que esto significaba para ellos. Eso sí, cuando banderilleaban al quinto, una ovación atronó la plaza. Ahora ya sí importaba: Alcaraz acababa de ganar Ronald Garros en la final más larga de la historia del Grand Slam, y el día que Morante salió por la calle Alcalá.

La tizona se ha llevado extraordinarias faenas del maestro, como reconocía al micrófono de David Jaramillo: «Muchas veces he estado a punto de salir por la puerta grande, pero por la espada no he podido. Ha sido mérito a toda una trayectoria. No me gustaría haberme ido del toreo sin salir por la Puerta Grande». Más que merecido premio, aunque esperemos que aún el Genio pueda abrir un puñadito más. Sólo se trataba de engrasar sus goznes.

Una voz con afán de protagonismo le gritó en el cuarto que era de mentira. Razón no le faltaba al espectador: lo que se veía parecía ser de mentira, irrealizable. Y tal vez no volvamos a ver a un torero tan irreal. Disfrutémoslo mientras lo tengamos, porque podremos decir con orgullo que vimos torear a Morante de la Puebla, el mejor de los toreros.

Miles de personas saltaron al ruedo para sacar a hombros al rey de los toreros (con permiso de Joselito, que también habrá disfrutado, desde el cielo, del triunfo de su más ferviente seguidor, y muchas veces, alter ego), en una inenarrable puerta grande, en la que no se detuvieron las masas en la furgoneta: continuaron calle Alcalá arriba, intentando llegar al Hotel Wellington, como una Dolorosa en procesión.

ABC.es

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