Medellín se prepara para celebrar el Festival Internacional de Tango 2025 al son de Carlos Gardel

El 24 de junio de 1935, Carlos Gardel murió en un accidente aéreo en Medellín. Ese día la ciudad no solo presenció una tragedia: también selló para siempre un vínculo emocional y cultural con el tango.
90 años después, Medellín se prepara para celebrar la vida y el legado del Zorzal Criollo con la edición número 19 del Festival Internacional de Tango, que se llevará a cabo del 24 al 30 de junio de 2025 con entrada libre.
Más de 40 actividades gratuitas, artistas internacionales y locales, campeonatos de canto y baile, clases maestras y la tradicional Tangovía en Manrique, transformarán a la ciudad en un escenario vivo donde el tango sigue latiendo fuerte en cada esquina.
En conversación con Viviana Jaramillo, directora artística del festival, queda claro que Medellín no solo recuerda: reinventa y siente el tango como parte de su identidad más profunda.
“Medellín, como Buenos Aires, ha sido una ciudad de migrantes. Las letras del tango narraban las emociones de quienes llegaban buscando una vida mejor”, explica Jaramillo. Ese ADN compartido, sumado a la muerte de Gardel, forjó una conexión casi mística con el género.
Mientras en Argentina el tango enfrentó periodos de crisis, en Medellín se mantuvo vivo en las casas, en las tiendas de barrio y en el transporte público.
“Gardel se nos metió en el corazón, y esa tradición sigue siendo trasladada de generación en generación”, dice la directora, con emoción. Hoy, Medellín es una ciudad donde niños de 4 años bailan tango, y jóvenes de 15 años lo cantan con pasión.
Cada edición del festival se articula a partir de un eje temático. Este año, el homenaje a los 90 años de la partida de Gardel guiará la programación. Pero más allá de los tributos, el festival propone una mirada equilibrada entre tradición y vanguardia.
“El tango ha evolucionado. Lo hemos mezclado con sonidos electrónicos, con instrumentos nuevos, y también con nuevas voces, especialmente de mujeres”, cuenta Jaramillo.
Un ejemplo de esa diversidad se verá el domingo del festival. En un mismo escenario, se presentarán los uruguayos Lázaro Cócaro y Camilo Vega con un repertorio tradicional; luego, colectivos como LPS y MUTAR explorarán la fusión entre tango y electrónica; y finalmente, el trío de Franco Luciani dará un giro con tango y armónica.
Este equilibrio no solo permite que nuevas generaciones se acerquen al tango, también amplía las posibilidades creativas del género. “Los tangos compuestos en 1920 siguen sonando actuales porque hablan de la condición humana. La diferencia es que ahora tenemos más herramientas para contarlas desde otros lugares”, afirma la directora.
La Tangovía y otros territorios simbólicosUno de los eventos más esperados es el regreso de la Tangovía en Manrique, un recorrido cargado de sentido donde las calles se convierten en pista de baile.
También serán escenarios el Teatro Pablo Tobón Uribe, el Teatro al Aire Libre Carlos Vieco, el Claustro de San Ignacio y, por supuesto, la Plaza Gardel, ubicada junto al Aeropuerto Olaya Herrera, donde murió Gardel.
Esa plaza no solo guarda memoria: es un altar viviente. Allí se celebrará la Noche de Gala “Gardel, 90 años de un cantar eterno” el 24 de junio, y el concierto de clausura el día 30 de junio.
Viviana Jaramillo insiste en que el festival no es solo espectáculo, sino también una iniciativa de formación. Habrá clases maestras en música, danza y canto, a cargo de reconocidos artistas nacionales e internacionales. Además, la convocatoria otorgó 200 millones de pesos a más de 30 propuestas locales que harán parte de la programación.
Lugares emblemáticos del tango en MedellínHablar de tango en Medellín es hablar también de lugares que han resistido el paso del tiempo. Uno de los más representativos es el bar Alaska, ubicado en el barrio Manrique.
Fundado hace 88 años, ha sido refugio de tangueros y testigo de amores, alegrías y nostalgias. Gustavo Rojas, su actual dueño, lo describe como “un lugar donde la historia no se olvida y se transmite a las nuevas generaciones”.
“El café conecta a las personas. Quienes lo visitan encuentran siempre con quién hablar de tango, bailar, compartir un recuerdo o una canción”, cuenta Rojas.
Allí es común ver bailarines espontáneos que, al ritmo de un bandoneón, sacan los zapatos de baile de sus maletines y se lanzan a la pista improvisada. Este tipo de lugares mantienen viva la cultura, más allá del calendario del festival.
El Alaska se encuentra ubicado en uno de los puntos claves del tango en la ciudad: la carrera 45, que en los años 70 albergaba más de 20 negocios dedicados al tango.
Otro de los grandes referentes es el Bar Málaga, ubicado en el centro de la ciudad, sobre la avenida Boyacá con calle 51. Fue fundado en 1957 por Gustavo Arteaga, el bar conserva una atmósfera que remite al Buenos Aires de mediados del siglo XX.
Allí se escuchan tangos en vinilo, se observan fotos antiguas, se saborean historias contadas entre copas y se respira un respeto absoluto por el legado del género.
Es considerado un museo vivo del tango, y su decoración nostálgica es parte del ritual que muchos melómanos, turistas y conocedores disfrutan con fervor.
En el Bar Málaga se baila, pero sobre todo se escucha. Esa es la premisa. El lugar se ha consolidado como uno de los templos de la música ciudadana en Medellín, donde generaciones de aficionados se dan cita para rendir tributo al tango desde el silencio atento.
Su propietario, Gustavo Arteaga hijo, ha mantenido viva la esencia original del espacio, defendiendo la escucha activa como acto de resistencia cultural. El Málaga es más que un bar: es un punto de peregrinación para quienes entienden que el tango también se honra desde la contemplación.
El tango que forma, inspira y transformaMarco Blandón, reconocido bandoneonista de Medellín, recuerda cómo fue su encuentro con el tango. “Yo era guitarrista. Un amigo me regaló un disco de Astor Piazzolla y desde ahí me atrapó esa sonoridad. Me tomó casi una década conseguir un bandoneón, pero valió la pena”, dice. Hoy es uno de los músicos que se han beneficiado del impulso formativo del festival.

El bandoneón es el instrumento considerado más emblemático del tango. Foto:Cortesía del artista.
“El tango transmite cualquier tipo de sentimiento. Tiene complejidad técnica, pero también mucha potencia emocional. Eso lo hace único”, explica Blandón, quien destaca cómo el festival motivó la creación de agrupaciones, permitió el acceso a clases maestras con referentes internacionales y potenció el movimiento musical local.
Cuando él empezó, había apenas una o dos orquestas de tango en la ciudad. Hoy existen más de siete, y más de diez compañías de baile, una señal del impacto del festival como semillero artístico.
Mujeres que transforman el tangoHistóricamente masculinizado, el tango vive hoy un renacer desde lo femenino. El Festival de Medellín es una plataforma incluyente, donde las mujeres tienen un rol central.
“Las mujeres hoy dirigimos festivales, damos clases, componemos y cantamos con fuerza. Ya no pedimos espacio, lo habitamos con toda nuestra capacidad artística”, afirma Jaramillo.
En esta edición, las juradas del campeonato de baile son mayoritariamente mujeres. Lo mismo ocurre en el concurso de canto. Además, se contará con la participación de Laura Bedoya, historiadora especializada en tango, como conferencista.
“Este festival es un espacio para que empecemos a componer la nueva historia desde las mujeres. Y el tango es un género que se presta para eso. Nos permite narrar cómo es hoy nuestra sociedad”, añade la directora con firmeza.
Para Viviana Jaramillo, dirigir el Festival Internacional de Tango es más que un trabajo: es una pasión. Su historia con el género comenzó cuando vio bailar a sus abuelos, y desde entonces no ha dejado de amarlo. Como bailarina profesional de tango con más de 20 años de trayectoria, ha sabido llevar el festival a nuevos niveles de proyección.
El desafío ahora, según ella, es lograr una planificación con mayor anticipación para fortalecer su posicionamiento internacional. “El mundo del tango se mueve con mucha anticipación. Anunciar el festival desde el momento en que finaliza la edición actual es clave para lograr que más personas programen su viaje a Medellín”, asegura.
Porque esta ciudad no solo escucha tango: lo respira, lo vive y lo proyecta. Este año, con la memoria de Gardel como guía, Medellín volverá a encender su corazón tanguero con una fiesta que celebra la nostalgia, pero también el porvenir. Una fiesta que se baila, se canta, se escucha y, sobre todo, se siente.
ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ - ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO.
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