Larga vida al biopic operístico de Walter Benjamin

Compositores y directores de orquesta de todas las generaciones se dieron cita este sábado en el estreno absoluto de Benjamin a Portbou, la primera ópera de Antoni Ros-Marbà con libreto en inglés de Anthony Carrol Madigan que quiere ser un biopic sobre el filósofo y ensayista alemán Walter Benjamin a base de flashes sobre diferentes etapas de su vida, comenzando a modo de flashback a partir de su muerte –suicidio o no– al intentar cruzar la frontera entre la Francia ocupada y la España de Franco, en septiembre de 1940.
Este encargo del Liceu en época del director general Joan Francesc Marco ha aguardado turno durante nueve años para ser estrenada. Pero ayer, felizmente, el propio compositor barcelonés (nacido en L'Hospitalet de Llobregat) la dirigió desde el foso, a sus 88 años. La propuesta no dejó a nadie indiferente.
Ocho minutos de aplausos mereció esta incursión en la vida y la obra del pensador, no exenta e humor“Tiene ambiente, magia, misterio; Ros-Marbà sabe muy bien como orquestar y el equilibrio con los cantantes está muy bien. Pero yo de una ópera pido más, pido interludios orquestales más largos, pido un tema, ese leit motive que sales cantándolo... En cualquier caso, es un trabajo interesante”, opinaba al final del estreno el maestro Salvador Brotons.
El compositor Benet Casablancas calificaba de excelente noticia que un músico de tantas dimensiones se haya podido desarrollar como compositor con “una ópera cuya solvencia y coherencia está fuera de dudas”. Para Fabià Santcovsky, generacionalmente más joven, este Benjamin a Portbou parece una ópera de alguien que ha tenido una carrera como compositor, “con una estética tal vez ambientada en aquel contexto del inicios de siglo XX, pero con una maestría orquestal que raras veces se ve”.

El coro a la sombra recreó a un grupo de refugiados de la época
David RuanoEntre el público había opiniones contrarias, desde los muy fans a los más que satisfechos, pues lo que en principio iba a ser una versión semiescenficada acabó en ópera completa gracias a la intervención de Playmodes, cuya instalación lumínica Signes, de 12x6 metros, obró de telón de fondo proporcionando una geometría variable –e incluso azarosa– que fue diversificando y dinamizando los ambientes de estas 13 escenas en dos actos en que se divide el título.
Y todo ello en comunión con la dirección escénica de Anna Ponces, quien de las piedras saca pan: el coro, magnífico, recrea en la sombra la huida de los refugiados de manera recurrente, y hasta de las luces de la sala echa mano Ponces al convertir al propio Benjamin (gran trabajo del tenor Peter Tantsits) en personaje de teatro dentro del teatro, ese “intelectual desposeído”, “anclado todavía en el drama trágico alemán”, como le echa en cara el personaje de la directora de teatro letona Asja Lacis (contundente Elena Copons) que, en plena pelea entre intelectuales, le riñe por abusar del chocolate...

Elena Copons interpretó a la intelectual y directora de escena letona Asja Lacis, en una escena de teatro dentro del teatro en la que mantiene un duelo dialectal con Benjamin
David RuanoOcho minutos de cálidos aplausos mereció esta incursión en la vida y la obra de Benjamin, en sus miedos y esos arrebatos pueriles y misóginos que presenta en el ámbito doméstico. Y eso que en la media parte había quien la veía como una ópera nada “empática”, en el sentido de que requería esfuerzo de escucha pero, en el fondo, no emocionaba. Tampoco el libreto convencía a todo el mundo, por “poco profundo, tratándose de una figura relevante cuyo pensamiento marcó todo un siglo”.
Lee tambiénEl elenco lució en una escritura vocal más que lírica. Marta Valero como Hannah Arendt, Laura Vila como la esposa, el infalible Joan Martín-Royo como Gerhard Scholem, David Alegre como Bertolt Brecht... o, en fin, Serena Sáenz que, colgada del arnés interpreta desde lo alto de la escenografía a ese Angelus Novus que surge de un dibujo de Paul Klee y que ha de llevar al mundo por el buen camino...

La escenografía dinámica de Playmodes está presenta en la mayor parte de l pieza
David RuanoDe la consellera de Cultura, Sònia Hernández, al alcalde de Portbou, Gael Rodríguez, pasando por el cónsul general adjunto de Alemania, Patrick Heinz y el director general de Memorial Democràtic, Jordi Font... todas las instituciones que de un modo u otro guardan relación con la vida y muerte de Walter Benjamin estaban presentes en un Gran Teatre al 80% de ocupación. Este martes, segunda y última función, a la espera de que siendo el libreto en inglés tenga una larga vida en teatros del extranjero.
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