La voz de la Feria del Libro: ¿quién es la locutora que anuncia las actividades desde hace 26 años?

Ahí va, de lado a lado a las corridas, con su libreta de apuntes y papeles en la mano, elegante, maquillada, con su pelo color caoba suelto. Ella sube al escenario y presenta el evento. Solo o tiene tres minutos para hacerlo. Luego desaparece de la escena, ya que, como el camaleón, suele cambiar de color según la ocasión: del Blanco al Amarillo, del Rojo o al Azul y también al Ocre. Literal. Pero nunca cambiará sus formas, aquellos modales que la distinguen. “En esta 49.º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires le damos la más cordial bienvenida a cada uno y a cada una de ustedes y en particular a Buenos Aires Producciones porque nos traen la obra ‘Otras Palabras’. Hoy en la Feria tenemos una invitación, o tal vez, una inquietud. ¿Una carta privada puede ser un hecho artístico? En la Feria del Libro, ‘Otras palabras’ en la voz y en la interpretación de Teresa Costantini y Georgina Barbarossa”, fue su carta de presentación en la Sala Gorostiza.
Tal vez pueda pasar desapercibida, pero muchos se detienen en su dicción. Sobre todo, en su inconfundible voz: un sonido dulce, fuerte, calmo, amigable y seductor, que brinda mucha paz, confianza y calidez a los presentes en la sala. “¡La escuché en la tele, en la radio y ahora está en la Feria!”, exclaman los visitantes.
Claudia Álvarez es “La voz de la Feria”. Así la conocen todos en La Rural. Desde hace 26 años (pandemia incluida), es la locutora oficial de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Ella siente pasión por su trabajo, es detallista y profesional al extremo. “También soy docente y periodista, especialista en ceremonial y protocolo, siempre muñido a la oralidad”, así se define.
Nadie sabe cómo hace, pero “La voz de la Feria” está siempre en todos lados, a la hora señalada, para dar lo mejor de sí con su locución, dejando todo en la cancha, poniéndole cuerpo y alma a cada evento, en cada jornada.
“Soy locutora, periodista. Me he desarrollado en todas estas áreas, también como productora de radio y TV pero en la locución encuentro en este tipo de presentaciones como una conexión más directa”, afirma la locutora en diálogo con Clarín.
“Con los años me fui especializando en la conducción de eventos corporativos. Paralelamente fui desarrollando una actividad docente en distintas áreas. También soy coach en comunicación entrenada en Italia. Hace más de 10 años gané por concurso la cátedra de italiano en ISER. Soy bilingüe: parlo italiano perché l’inglese non me piache tanto”, asegura.
Nacida en Villa De Voto –donde aún vive–, Claudia es locutora Nacional recibida en la COSAL y da clases en el ISER. “Ahí desarrollé un sistema particular, un método en el cual sin enseñarles el idioma logro una muy buena pronunciación en los chicos ya que les doy toda la cátedra en italiano. Además, me mantiene en contacto con las nuevas camadas, mis futuros colegas. Es una responsabilidad particular”, asegura.
Su padre trabajaba como electricista en el Instituto de Investigaciones Médicas y su mamá era ama de casa: trabajó como auxiliar en un colegio durante un tiempo y tuvo mercería en casa. “Era muy compañera de mi papá. Los dos tienen sexto grado del campo. Soy muy agradecida al esfuerzo que hicieron mis padres, que nos dieron el secundario y nos inculcaron el valor del trabajo, no sólo la necesidad”, resalta.
Su pasión por la docencia se produjo hace unos 15 años, cuando comenzó a dar cátedra de oratoria en grado y en posgrado en las distintas universidades “siempre muñéndome de este método de entrenar para mundo real del trabajo con situaciones puntuales. Entreno a mis coachers para una acción puntual: a través de su manera de trabajar. Siempre el ámbito docente estuvo a la par de mi desarrollo profesional. Pero en el contacto con la gente, con el público es lo que más me gusta”, subrayó.
Claudia Alvarez, locutora de la Feria Internacional del Libro Buenos Aires. Foto: Cristina Sille.
–¿Cómo llegaste a la Feria?
–En 1997–98, la locutora oficial de la Feria era María de los Ángeles Lorenzo. Éramos compañeras. Ella estaba acá pero tenía chicos chiquitos, por eso quería estar los fines de semana con sus hijos. Entonces, me dijo que estaba desesperada porque necesitaba una suplente: “Llevé a cuatro personas y no aceptaron a ninguna”. Marta Díaz era la directora de la Feria. Empecé haciendo los fines de semana. Después empecé a hacer más seguido. Luego, María de los Ángeles comenzó a hacer una carrera comercial: estudió Administración de Empresas y entró en una empresa muy importante. Les dijo que se iba y me recomendó a mí. Le dijeron “por supuesto”. Pero hasta que ella hizo, vino y me lo dijo. Soy muy leal.
–¿Como fueron tus comienzos?
–La señora Marta Díaz –ya fallecida–, era tremendamente exigente. Era la Directora General de la Feria del Libro, una mujer visionaria. En ese momento estaba en una cabina y hacía locución las 12–14 horas que duraba la Feria. Todas las actividades se anunciaban en los pasillos 15 minutos antes y en horario. Era no parar. Antes, como ahora, tenía una línea, todo lo que dijera lo tenía que improvisar. Solamente tenía la utilización del dato: tenía que hacer la pronunciación perfecta del castellano, los verbos bien conjugados, las oraciones bien armadas con sujeto y predicado. Parece básico, de tercer grado, pero así era la exigencia.
Pero los tiempos han cambiado. Desde hace tiempo, los anuncios en los actos se realizan en modo presencial en cada sala. “A veces llego cinco minutos antes, a veces tres, a veces uno. Siento una responsabilidad muy importante. Para mí no hay actos grandes ni chicos”, aclara.
–¿Cómo es tu día de trabajo?
–Cuando llego a la Feria dejo las cosas en una oficina en el Comité Organizador. Generalmente me cambio y me arreglo acá. Me reúno con Ezequiel Martínez, director de la Feria. Armo una sábana por una cuestión de comodidad. Mis prioridades están marcadas con naranja; el resto también lo cubro. Una cosa muy particular que tiene mi laburo es que me tengo que muñir al ambiente de ese momento. Por ejemplo: estoy vestida de ceremonial y protocolo. Ahora me voy a poner un saco porque, por protocolo, no puedo andar con los hombros al descubierto. Trato de que mi ropa no sea todo negro porque esto es una fiesta, pero sí de manera formal.
Claudia Alvarez, locutora de la Feria Internacional del Libro Buenos Aires. Foto: Cristina Sille.
Claudia tiene “miles” de anécdotas en sus 26 años como locutora oficial de la Feria del Libro. “Una vez vino una autora de 10 años. OK, vamos a presentarle el libro. Hay un problema técnico de una animación que no funciona. Había que dar sala (hacer ingresar al público al auditorio) entonces, entraron y yo vestidita de ceremonial con 40 chicos. No soy Panam, pero les dije: ‘Chicos, a ver: ¿quién leyó el libro y qué les gustó? Empezaron a contestar los grandes. Estuve 20 minutos hablando de eso”.
“Tenía medio Consejo de la Magistratura en otra sala cuando se presentaba un libro sobre discapacidad. Había unos 20 chicos y adolescentes con capacidades diferentes. Entonces, mi tono de voz fue otro y dije: ‘Estamos realmente muy contentos de que estén acá. Arranquemos con un aplauso’. Los jueces me miraban como diciendo: ¿a esta mujer, qué le pasa?’. El evento es para el público. Yo lo tengo clarísimo”, subraya.
Claudia suele informarse en cada acto y se adapta a las circunstancias. Se “mata” en pronunciar correctamente cada apellido o para nombrar a los árabes que están en la Feria. Es un tema de interés y personal porque el apellido es historia y si bien los rechequeo por uso y costumbre, si a mí se me antoja que mi apellido es Alvarez (sin tilde), es Alvarez!”, acota.
También “la rema” cuando surgen problemas técnicos, cuando no funciona la iluminación, las pantallas, el sonido o los micrófonos, y suele cambiar el tono cuando debe anunciar temas sensibles en medio de un clima de “fiesta” en la Feria del Libro. “Acompañar esas situaciones, poder adaptarme y enganchar el tono, la emocionalidad y la alegría o a veces la tristeza”, comenta.
El año pasado presentó un evento en el stand de Orgullo y Prejuicio con los famosos “patitos” en la cabeza frente a un funcionario de Gobierno, ya que no había buena energía en la Feria. “El clima lo ameritaba”, recuerda. “También me conmueve ver llorar a la gente, o se espera más que las mujeres nos emocionemos. También me conmueve cuando veo emocionarse a señores grandes, o casos de superación o de enfermedades”, agrega.
Claudia Alvarez, locutora de la Feria Internacional del Libro Buenos Aires. Foto: Cristina Sille.
“La voz de la Feria” suele realizar un promedio de 20 presentaciones por día. A veces un poco más, como el domingo pasado, cuando hizo 34. Recorre a las apuradas un promedio de 9 kilómetros por día entre sala y sala, de pabellón en pabellón. A veces lo hace entre la gente, y otras tiene que “cortar camino” e ir por afuera.
La Feria del Libro tiene un total de 21 días contando las dos Jornadas Profesionales previas a la apertura oficial. Claudia trabaja de lunes a lunes: según el día, ingresa a las 13:00 o a las 14:00 y finaliza a las 21:00. Realiza alrededor de 420 presentaciones o eventos por año en toda la Feria. Un récord para el Guinness difícilmente de igualar.
–¡Son muchísimos eventos por día! ¿Cómo te cuidas la voz?
–Me cuido 24x7 desde que tengo 18 años. Vengo de hacerme la video–endoscopia tres días antes de empezar. Me cuido muchísimo. Mientras trabajo, nada de helado, tomo agua natural aunque tenga calor. Nunca agua fría ni de la heladera. Tampoco fumo ni tomo alcohol. No como comidas picantes ni hago esfuerzo. Son todos irritativos de las cuerdas vocales. Además, hablo poco por teléfono ya que no puedo hablar porque no tengo mucho tiempo. Los días anteriores o subsiguientes en la medida que puedo hago reposo vocal que es no hablar. Solamente escribo mensajes por WhatsApp.
Claudia Alvarez, locutora de la Feria Internacional del Libro Buenos Aires. Foto: Cristina Sille.
–¿Cómo te organizas cuando tenés 3 eventos a la vez?
–Paso por todas las salas y les hablo muy rápido. Son unos dos minutos de locución, no más que eso. Soy consciente que hablo muy rápido porque no tengo tiempo. También me pongo de acuerdo con los organizadores de cada evento en la sala: “¿Empezás a horario seguro? ¿Si pudieras empezar unos minutos antes, me bancás tres minutos? El tema es cuando me queda muy lejos y tengo que ir de una punta a la otra. Desde hace unos años utilizo un cuentapasos y lo activo cuando entro a la Feria. Me da unos 9 kilómetros por día aquí dentro. El domingo hice 9,2 kilómetros. Como la Feria estuvo “explotada” y no se podía pasar, empecé a ir por afuera. Tengo que cortar camino. Tampoco es cuestión de ir atropellando a la gente que está paseando. Por eso, corro. El predio de La Rural tiene 45.000 metros cuadrados...
–¿Te gusta que te digan “La voz de la Feria” en vez de llamarte por tu nombre?
–Definitivamente. Me dicen: ‘Ahí va la chica o la voz de la Feria del Libro’. En mi credencial solo pongo ‘Claudia’. La palabra locutora está en un color más fuerte. La gente a veces mira la credencial, y a veces no leen. Creo que todos terminamos siendo un QR. Así me conocen. Tampoco tengo una acción de ir a chapear. Simplemente me presento y digo: Hola, ¿’qué tal? Soy Claudia, soy la locutora de Fundación el Libro. Para mí, en este ámbito es casi como mi apellido. Me siento muy honrada, he trabajado mucho y trabajo mucho. Creo en la formación constante.
–¿Tenés algún objetivo por cumplir dentro o fuera de la Feria?
–Quiero seguir creciendo, desarrollar distintas cosas dentro de mi profesión como locutora. Amaría ser la Voz del Estadio y presentar a la Selección Argentina. Soy absolutamente fan de la Selección. Siempre vi con mucho amor y con mucha pasión a todas nuestras selecciones. Me encantaría ser la Voz del Estadio y presentar a nuestra Selección de fútbol. Amaría profundamente Alguna vez dije que tengo tatuada la camiseta de la feria y ésta también.
Clarin