Geometría junto al mar

Terminal pública de pasajeros de Tarragona

(★★★✩✩)

Arquitecto: Juan M. Rojas. Hombre de piedra Architects

Ubicación: Puerto de Tarragona. Muelle de Baleares

La fachada principal de la terminal pública de pasajeros de Tarragona está en su techo, porque esa es la primera que ven los cruceristas desde las cubiertas de su buque al atracar en el puerto de la ciudad catalana. Su autor, el arquitecto sevillano Juan M. Rojas, dice que con esa fachada superior, de tonos azules y blancos, marineros, ha querido hacer un guiño a tradiciones mediterráneas como las de los mosaicos romanos y el “trencadís modernista”, evocados aquí con piezas pentagonales irregulares.

Esta primera impresión puede asociar la obra a las de un recinto ferial, coloristas y a veces triviales. Pero encierra un planteamiento complejo, que ha considerado de modo prioritario la obtención de un edificio ligero–pesa 1.758 toneladas–, industrializado, modular y de rápida construcción, adaptable a nuevas necesidades, fácilmente ampliable e incluso, llegada la hora, desmontable y reciclable sin dificultades mayores.

La fachada está en el techo: es la primera que ven los cruceristas

Citando como referencias el pabellón español de Corrales y Molezún en la Expo de Bruselas de 1958, o el aeropuerto de Stansted acabado en 1991 por Norman Foster, Rojas ha propuesto una estructura con diez pilares arborescentes, sobre los que colocó una malla estructural definida también por las formas pentagonales irregulares, armada en el exterior y posteriormente elevada con grúas y apoyada sobre dichos pilares. Una estructura hermosa y liberada de instalaciones –ocultas tras una faja continua en el perímetro interior–, que asume mucho protagonismo e integra cuatro lucernarios.

El edificio que se deriva de esta opción geométrica, cuya lógica ha sido determinante en su configuración, resulta bastante más sugerente que los grandes cajones ortogonales habituales en esta tipología, contribuye a la fluidez de los tránsitos en sus 2.800 metros cuadrados de superficie diáfana, y genera unas formas que permiten intuir referentes orgánicos.

En las fachadas verticales, se ha combinado un sistema de lamas azuladas con otro de marquesinas, ambos con el objeto de proteger el interior del edificio de la insolación veraniega y, de paso, darle cierto movimiento, no ajeno a la vecina superficie del mar.

En resumen, esta terminal en servicio desde fines de mayo del 2024 aporta una nota de color y geometría en un entorno portuario adusto, de dimensiones kilométricas, que oscila entre la atmósfera industrial y la de los lienzos deshabitados de De Chirico.