El boxeo se lava la cara

Hace diez años, en una vida anterior, publiqué un libro sobre boxeo. Algunos medios tenían prohibido hablar del tema a no ser que un boxeador muriera en el ring. Los campeonatos se celebraban en polígonos, y daba la impresión de que el boxeo estaba en las últimas. Error. Poco después de aparecer el libro conocí a una chica la mar de mona que entrenaba boxeo en el gimnasio y que me contó que era un deporte muy completo. En pocos meses los gimnasios incorporaron rings y se empezaron a abrir nuevos espacios para liarse a tortas. Empezó el boxeo para niños y en la esquina de Gran Via con Padilla se abrió una tienda de guantes, pantaloncitos y batines dorados, que ni Versace. Hasta llegar al fenómeno alucinante de Ilia Topuria, el luchador hispanogeorgiano de artes marciales mixtas que lo gana todo.
Ilia Topuria (con guantes rojos) golpea a Charles Oliveira pese a estar ya noqueado en el suelo
Stephen R. Sylvanie / ReutersNo puedo decir que me haya sorprendido. Hace tiempo que sé cómo funciona el deporte en España: cuando aparece un deportista español de lo que sea y gana, el deporte aquel se convierte en el más importante del mundo. Vivimos en una época de lavado ideológico tan intenso que no es de extrañar que haya llegado al boxeo. ¡Eh!, que a mi me gusta o me gustaba el boxeo. Escribí un libro y se lo dediqué a mi padre, boxeador aficionado. Cuando mi hijo era pequeño le regaló unos guantes infantiles que compró en el gimnasio del malogrado Xavi Moya. Pero me sorprende la alegría con la que los medios hablan de Topuria y muestran el video de la paliza a Charles Oliveira: le dio en la cara y cuando le tuvo en el suelo le siguió arreando. En otra época la gente habría puesto el grito en el cielo. En cambio ahora se dice que fue un KO brutal –como un elogio– y que Topuria es un superdotado.
Es una época de lavado ideológico tan intenso que no es de extrañar que llegue al boxeoEn este clima de entusiasmo por la violencia ha llegado el momento de recuperar el Tirant lo blanc . Acaban de armar caballero a Tirant. Para celebrar la boda del rey de Inglaterra con la infanta de Francia se organizan unos combates con una gran mortaldad de caballeros.
Tirant se dirige a donde están los veintiséis mejores caballeros del reino (los primeros del ránking del Ultimate Fighting Championship de la época), escoge a uno y se enfrenta a él a campo cerrado (una especie de ring). Atraviesa al caballero con la lanza. Después quiere batir a un caballero a pie (como Topuria, quiere los dos títulos). A diferencia del combate con Oliveira en el T-Mobile Arena de Las Vegas, la lucha dura mucho, pero al final Tirant asesta a su contrincante un hachazo en la cabeza que lo tumba. En lugar de seguir pegándole hachazos, le pide si prefiere el perdón o la muerte. El caballero dice que Tirant es un engreído y que prefiere morir a mal vivir. Entonces Tirant “tirà la daga e mès-li la punta en l’ull, e ab l’altra mà donà-li gran colp sobre lo cap de la daga, que la hi féu passar a l’altra part”.
Lee tambiénYa me perdonarán, pero comparado con Tirant, el Topuria ese es un blandengue. Cada jueves del mes de agosto les contaré una historia de caballerías. ¿Les apetece?
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