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De la letra al canto: Ana Mercedes Vivas y su ‘Corazón de Pájaro’

De la letra al canto: Ana Mercedes Vivas y su ‘Corazón de Pájaro’
Ana Mercedes Vivas deja en cada uno de sus versos el legado de su madre Maruja Vieira. Habita y ve el mundo con la sensibilidad poética que aprendió en compañía de ella y que, aún con su ausencia, no la abandona. La conmueven su entorno, la historia de su país y los recuerdos del hogar en el que creció. A sus 65 años, sus ojos todavía brillan con la capacidad de asombro de una niña.
En ‘Corazón de pájaro’, su última obra, Vivas vuelve a los orígenes de la poesía. Une la música, el canto y la escritura en uno solo. Con la producción musical de Gabriel Cifuentes, retoma la costumbre de los juglares que entonaban las historias con su voz. Entre acordes de guitarra pausados y el timbre íntimo de la autora, los versos toman vida.
¿Cómo nace ‘Corazón de Pájaro’?
Nace en la pandemia, en el 2020. Pretende tener ese diálogo que yo amo entre poesía y música. Los poemas van articulándose con canciones que he ido encontrando. Yo he sido, sobre todo, una buscadora de repertorio. Lo pusimos nuevamente en redes porque el libro se quedó un poquito atrapado en el confinamiento. Era importantísimo darle otros vuelos. Tiene una página web, un libro impreso, música en un CD y en las redes. Es una versión multimedia de la conexión entre poesía y canción.
En sus poemas habla de migración y de viajes, ¿qué vivencias específicas inspiraron sus palabras?
Yo, ante todo, soy periodista. Creo que mi poética es diferente a la de mi madre o la de muchos, que tienen esa capacidad infinita de nombrar las cosas como si fuera la primera vez. Mis poemas retratan lo que pasa y lo que me impacta. Mi trabajo ha hecho que yo tenga que hacer muchos viajes y a veces sola. Por eso digo que mi corazón de pájaro a veces es el único viajero.
En la migración me impacta lo que me rodea a nivel de conflicto, lo que está pasando con los migrantes. Me preocupa muchísimo cómo no les damos nombre. Por eso hay un poema que dice, "¿Sabemos acaso que se llama Yalán?, ¿sabemos acaso que se llaman de tantas formas?”, porque no son un número, no son un fenómeno, son seres humanos y debemos nombrarlos y acogerlos como tal.

Ana Mercedes Vivas es escritora, periodista y comunicadora estratégica. Foto:Juan David Cuevas Camacho / EL TIEMPO

¿Cómo fue el paso de escribir poemas, a empezar a cantarlos y expresarlos de una forma distinta?
Yo no los canto, yo no musicalizo mi poesía. Yo trato de encontrar la conexión entre poesía y canción. ‘Sobre el Paraná’ nació en un viaje para ir a un festival de poesía en Iguazú. El capitán del barco dijo, "Miren, aquí el agua ya no tiene pesca, las represas se han llevado la pesca que necesitan las comunidades”. Mi poema dice “No hay camalotes / me dijeron / se los llevaron / la represa y el viento”.
Luego encontré una canción maravillosa de Jorge Fandermole que se llama ‘Oración del Remanso’, que es exactamente eso. Hay un lugar en el Paraná, que se llama el Remanso Valerio, donde hay un gran Cristo de las redes al que los pescadores, frente al hecho de que ya no encuentran la pesca, le entregan su viaje. La canción dice “Cristo de las redes, no nos abandones y en los espineles haz que entren tus dones”. Eso es lo que hago, tejer la poesía mía dicha, no musicalizada con canciones que voy encontrando. Eso es ‘Corazón de pájaro’.
¿Cuál es el valor de esta convergencia entre la poesía y la música, de recuperar la tradición literaria que viene de los juglares?
Creo que somos una sociedad en este momento más auditiva que lectora. Entonces, tal cual tú lo dices, esto empezó con los juglares, de castillo en castillo. No había libros y yo quiero que siga habiendo libros, pero si somos más auditivos y más videográficos que lectores de papel, pues tenemos que buscar otras formas de llegar, que la gente no sienta que eso no es cercano. Ahí está la respuesta. Hay que adaptarse. Por eso ‘Corazón de pájaro’ es multimedia.
Vamos al título de la obra, ¿por qué ‘Corazón de Pájaro’?
El corazón de los pájaros se parece al de los humanos, pero es, en comparación con su cuerpo, muy grande porque necesita mucho oxígeno para batir sus alas. En ese oxígeno pienso que está concentrado el hecho de que los seres humanos y, sobre todo, los colombianos y las colombianas tienen que batir muy fuertemente las alas para poder volar en este país. Tenemos muchos corazones de pájaro y yo quisiera apoyar los vuelos de otros artistas, contar que no solamente somos un país biodiverso porque tenemos una variedad infinita de pájaros, sino porque tenemos gente que tiene corazón de pájaro.
Usted ha trabajado en muchos procesos sociales y específicamente con víctimas del conflicto armado, ¿cómo se fusiona esto con la esencia de su trabajo periodístico?
Creo que creo que tenemos que ser sensibles a lo que nos está pasando y que los poetas, como bien decía Gabriel Celaya, tienen en la poesía un arma cargada de futuro. No quiero decir que necesariamente tengamos que ser políticos, pero sí hay posturas que tenemos que tener. Yo tengo una postura sobre las mujeres de la guerra.
Me impresionó muchísimo el desistimiento de Jineth Bedoya. Creo que ahora es cuando no es hora de callar. No puede ser que un tema como ese tenga que abandonarse porque no hay justicia, porque son 25 años viéndola sufrir, no puede ser. En el libro hay un poema sobre las mujeres de la guerra en donde les pregunto cómo se teje, cómo se hace el cosido de las preguntas sin respuesta, porque no puede ser que sigamos sin respuestas.
Sumo la periodista, sumo la comunicadora estratégica que trabaja sobre temas de derechos, pero sobre todo sumo lo que me ocurre a mi alrededor. Entonces, te vas dando cuenta de que todo de alguna forma sigue igual y eso hay que decirlo.

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Muchos de sus poemas tienen nombres de lugares, de geografía física y geografía también emocional, ¿qué papel juegan esos lugares en la poesía?
Sigue siendo el papel de una cronista de viajes. Escribir cuando viajo sola es una manera de acompañarme. Decir en donde estuve no es lo importante, es qué encuentro, cuál es el ser humano que me encuentro enfrente.
Los niños también me preocupan mucho. Tengo un poema en ‘Entre la espalda y la pared’ que se llama ‘Zapato de marca’, en donde cuento que me compré unos zapatos y tienen un error. Yo digo ¿habrá un niño que en una maquila se equivocó? ¿qué habrá pasado? ¿qué hay detrás de esto?
¿Cómo fue crecer bajo el legado de una madre poeta?
Fue muy complicado, además esa vara de Maruja era muy alta en la palabra, pero por el otro lado, hay una Maruja que fue la que me educó para atravesar la vida. Me enseñó algo muy importante desde niña. Yo podía estar en un colegio de niñas estrato seis donde yo tenía un mundo, pero ella me enseñó el otro.
A Maruja le dieron el puesto de mi padre en el Sena cuando él murió, entonces, como a ella le tocaba Valle Cauca, Nariño y le tocaba el centro pesquero de Buenaventura, yo a los diez años ya conocía a los caciques del Putumayo y a los ocho estaba pastoreando ovejas en Nariño. Yo tuve una vida muy mezclada. Maruja me enseñó la vida de la poesía sí, pero la que piensa en una postura, Maruja también la tenía muy fuerte. Con una poética muchísimo más fina quizás que la mía.

Ana Mercedes Vivas, autora de "Corazón de pájaro". Foto:Juan David Cuevas Camacho / EL TIEMPO

¿Usted cómo ve la responsabilidad social del artista?
No es una obligación tener una postura, pero si no la hay es un problema de sensibilidad. No puedes estar aislado del mundo. Creo que tenemos tareas que podemos cumplir, algunas más grandes que otras. Yo me sueño que, si queremos los poetas hacer algo por las personas del conflicto, que todos adopten a alguien entre la gente de los conflictos, que busquen qué niño está escribiendo, qué joven está escribiendo. Tomémonos el tiempo, salgamos de la torre de marfil.

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¿Qué sucedió el viernes 2 de mayo en la Feria Internacional del Libro de Bogotá?
Junto a el maestro Juan Rochon, presentamos un proyecto que yo llevo muchos años madurando y haciendo con otros guitarristas, se llama ‘Cantar la poesía’. Su origen es muy lindo y muy divertido. Cuando yo era pequeña, por ser hija de dos poetas, la gente decía, “Ay, tan linda la niña, ya escribe versos.” Y yo pensaba “Señora, yo estoy haciendo palitos y bolitas”.
Había cosas adicionales que hacían que yo no quisiera la poesía, no la quería porque mi madre lloraba pensando en la muerte de mi padre, que murió antes de que yo naciera. Mi madre recitaba y lloraba, a mí eso no me gustaba. Pero la niñera ecuatoriana que yo tenía, una indígena otavaleña maravillosa, me enseñó a cantar.
Maruja, cuando yo tenía 11 años dijo “a esta no le voy a meter la poesía ni a cañón” y me regaló los discos de Serran. De allí en adelante he hecho una investigación que se va madurando y reponiendo con las cosas que voy cubriendo de canciones que son textos poéticos.
LAURA SOFÍA VALENCIA BALLÉN - NO ES HORA DE CALLAR / ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO
SOFÍA ISAACS GUERRA - NO ES HORA DE CALLAR
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