‘Genias’, mujeres rebeldes del Barroco dan la mano a actrices españolas

Lo dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Genio: “Masculino. Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables”. Es sinónimo de carácter, de humor, de talento. Genia: “Elemento compositivo. Significa origen o proceso de formación. Orogenia, patogenia“.
Queda claro que no hay genias, ni se las espera. Pero esa es una circunstancia que Irene Pardo, directora del 48º Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, referente en Europa del teatro barroco, se ha pasado por el corral (el de comedias de esa ciudad manchega). De hecho, una de las novedades del certamen, que se celebra hasta el 27 de julio, es una actividad que se llama Genias, con una aceptación y éxito que ha sorprendido incluso a los organizadores.
Hay varias causas. Se demuestra que las genias existen y han existido y que la RAE debería empezar a enterarse. Lo de Almagro no es un espectáculo al uso; es una instalación audiovisual, con una pantalla de tamaño cercano al cinematográfico que permite verse por sus dos lados con igual calidad. Se pueden escuchar voces e interpretaciones de afamadas y solventes actrices contemporáneas. Se pueden descubrir o revisitar textos importantes de mujeres del Siglo de Oro, que ni mucho menos quedan atrás ni en ingenio, ni literariamente, de sus colegas masculinos tan merecidamente afamados, tan merecidamente ilustres y tan merecidamente leídos siglos después de haber traspasado. Ellas solo traspasaron y es ahora, no hace muchos años, que su obra está empezando a ser valorada y disfrutada.
El espectáculo, porque lo es, es gratuito, profundo y bello. El Espacio de Arte Contemporáneo, donde se celebra, es un refugio climático, relajado, fresquito, silencioso, en el que se puede disfrutar de Genias, en una silla o tirados por el suelo entre cojines. Son todas causas importantes y saludables para la mente y el bolsillo.
“Mujeres contemporáneas prestan su cuerpo y su voz a estas escritoras y personajes para reconstruir, desde el presente, una memoria que el tiempo intentó silenciar”, añade Pardo. “Y lo hacemos no desde la nostalgia, sino desde la vigencia; porque sus textos, hoy, siguen lanzando preguntas urgentes”, señala la directora, que deja claro que esta instalación es también un gesto hacia el lenguaje.

En este proyecto, 20 actrices y una cantautora transitan por el legado que dejaron no solo grandes dramaturgos áureos que defendieron la inteligencia, la libertad y la dignidad de las mujeres, que son poquitos, pero los hubo, sino también por textos que existen en el Barroco español, escritos por mujeres literatas, brillantes, ingeniosas, con la inteligencia como refugio y arma, pero que el tiempo, los siglos, el patriarcado y la estulticia hicieron que apenas se las conozca.
Solo desde hace unos años empezamos a saber quiénes son. Sabemos de 11 autoras para las que el convento fue el refugio, pero la escritura fue su resistencia: Marcia Belisarda, Ana Caro de Mallén, Sor Juana Inés de la Cruz, Leonor de la Cueva y Silva, Feliciana Enríquez de Guzmán, Cristobalina Fernández de Alarcón, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Santa Teresa de Jesús, Sor María de San Félix, María de Zayas y también Rosalía de Castro.
Sin olvidar que además se representa a siete personajes femeninos del Siglo de Oro: Laurencia, de Fuenteovejuna; Clara y Finea, de La dama boba, y Leonarda, de La vengadora de las mujeres, todas ellas de Lope de Vega; María de Molina, de La prudencia en la mujer, de Tirso de Molina; Doña Ángela, de La dama duende, y Semíramis, de La hija del aire, ambas de Calderón de la Barca.
“Personajes que se resistieron al lugar que se les asignaba, que desafiaron la obediencia, la docilidad, el silencio. Mujeres que en escena dijeron lo que muchas no podían decir fuera de ella”, sostiene Pardo.

Sus voces resuenan en labios de la cantautora Rosa León (delicioso el romance de Lope), y de las actrices María Adánez, Anabel Alonso, Mamen Camacho, Silvia de Pé, Eva del Palacio, Nuria Gallardo, Cayetana Guillén-Cuervo, Paula Iwasaki, Gloria Muñoz, Adriana Ozores, Amparo Pamplona, Pepa Pedroche, Marta Poveda, Miriam Queba, Alba Recondo, Carolina Rubio, Eva Rufo, Clara Sanchis, Nathalie Seseña y Cecilia Solaguren. Después de escuchar la voz de las que ya no están, de ver a estas profesionales que tantas veces han transitado por el Barroco, es inevitable un sentimiento de vergüenza, porque el arte nunca debe aceptar el olvido.
“La forma ‘genia’ apenas se documenta, y solo de manera ocasional, en registros coloquiales”, apunta Pardo, “así que no encuentro un contexto más pertinente que este festival, que pone luz en los márgenes, en lo que parecía inamovible, en lo que se resiste a los centros estáticos, para reivindicar el acto de nombrar”. “O, al menos, para empezar a hacerlo”, asegura. Son dramaturgas brillantes las que se descubren y se ha logrado llegar a ellas a base de explorar, investigar y hacer esfuerzos como el que encontramos en Genias, una producción del festival en colaboración con la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) y patrocinada por el Instituto de las Mujeres.
Finalmente, Pardo deja claro lo que es Genias: “Una forma de presencia. Una resistencia hecha voz. Un reencuentro entre siglos. Y una grieta luminosa en la lengua”.

EL PAÍS