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El desarrollo humano se ralentiza y la brecha entre países ricos y pobres se acentúa: “Existe el peligro de que esta desaceleración nos retrase décadas”

El desarrollo humano se ralentiza y la brecha entre países ricos y pobres se acentúa: “Existe el peligro de que esta desaceleración nos retrase décadas”

El mundo está viviendo una desaceleración sin precedentes del desarrollo humano, con un progreso que se ha ralentizado hasta el nivel más bajo en 35 años. Esta es la principal conclusión del informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado este martes, que analiza indicadores clave como la esperanza de vida, la educación o los ingresos. Este estancamiento, además, afecta a todas las regiones del planeta.

Según explica el administrador del PNUD en una entrevista con EL PAÍS por videollamada, Achim Steiner, puede que esta “pérdida de impulso” de la trayectoria de progreso “no sorprenda a la gente, dados todos los desafíos a los que nos enfrentamos”. Sin embargo, advierte de que es un “fenómeno sistémico” que “exacerbará aún más las desigualdades”. “Creo que se perderá la capacidad de muchos países para ponerse al día y recuperarse”, añade.

Entre las razones de esta desaceleración se encuentran factores como el conflicto, la disminución del progreso relativo a la esperanza de vida al nacer, el problema de deuda o las tensiones geopolíticas.

El informe alerta, además, del aumento de las desigualdades entre países ricos y pobres. “Algunos países están creciendo más rápido. Pueden invertir en las últimas tecnologías, en educación, por lo que van a aprovechar la economía digital al máximo y, pronto, la inteligencia artificial. Mientras que otros países apenas pueden mantener el sector de salud o invertir en la educación de la generación que termina la escuela y que necesita estar preparada para esta nueva economía digital”, explica Steiner.

El administrador advierte sobre las consecuencias del incremento de esta brecha: “Puede que haya cientos de millones de personas que estén bien, que se encuentren en una especie de rampa de despegue, pero también hay cientos de millones de personas que están estancadas. Y desde una perspectiva de desarrollo humano global, eso es preocupante, porque sabemos que, cuanto mayor es la desigualdad, mayores son las tensiones políticas, la incertidumbre, el riesgo de conflicto y de disrupción económica”.

Nueve de los 10 países menos desarrollados están en África. En las últimas posiciones de la clasificación del Índice de Desarrollo Humano (IDH) se encuentra Sudán del Sur (193) Somalia (192) y República Centroafricana (191). Suiza (3), Noruega (2) e Islandia (1) se sitúan de nuevo en lo más alto.

“Los retos que plantea el desarrollo para los países con los valores de IDH más bajos se ven agravados por las crecientes tensiones comerciales, el empeoramiento de la crisis de la deuda, y el surgimiento de una industrialización sin creación de empleos”, explica el comunicado de prensa.

Esta ralentización del desarrollo humano puede hacer peligrar la senda de progreso de los próximos años. “De hecho, hace algún tiempo estábamos en camino de alcanzar un mundo con un IDH muy alto para 2030, lo cual no implica que todos lo lograrían por igual, pero sí que, en gran medida, era una trayectoria de desarrollo notablemente positiva. Sin embargo, ahora existe el peligro de que esta desaceleración cambie las reglas del juego y nos retrase por décadas. Es un momento crucial”, advirtió Steiner en una sesión informativa virtual.

La IA como posibilidad para el desarrollo

El informe, que se titula Un llamado a decidir: personas y posibilidades en la era de inteligencia artificial, se centra este año en las oportunidades y los retos que ofrece la inteligencia asrtificial para “reavivar el desarrollo”, frente a las “fuertes presiones a las que se ven sometidas” las vías tradicionales.

Una encuesta a 20.000 personas en 21 países ofrece una mirada sobre cómo ya utilizan la IA y de sus expectativas para esta tecnología.

Ahora existe el peligro de que esta desaceleración cambie las reglas del juego y nos retrase por décadas. Es un momento crucial

Achim Steiner, administrador del PNUD

La mitad de los encuestados en el mundo piensa que sus empleos pueden automatizarse. Y seis de cada 10 creen que la IA tendrá un impacto positivo en su trabajo y creará nuevas oportunidades laborales. Solo el 13% de los encuestados teme que pueda destruir empleos. En los países con un IDH bajo y medio, el 70% espera que la IA aumente su productividad.

Aproximadamente dos tercios de los encuestados en países con un IDH bajo, medio y alto esperan utilizar la inteligencia artificial en educación, salud y el trabajo en el plazo de un año. “Los datos de nuestra encuesta muestran que las personas esperan que la IA forme parte de sus vidas”, resume Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, en una sesión informativa virtual.

El máximo responsable del PNUD explica que el informe quiere sacar el debate sobre la IA del ámbito de si es una utopía o una distopía: “Más bien preguntarnos, como lo hemos hecho millones de veces en la historia de la humanidad, con nuevas tecnologías y nuevos conocimientos, ¿cómo nos aseguramos de que nos sirva como seres humanos?”. Conceição incide en que “la IA no es una panacea ni una fórmula mágica con la que podamos solucionar nuestros problemas sociales y económicos”.

“Es tentador creer que la IA por sí sola puede resolver nuestros desafíos de desarrollo, pero esa creencia invita a la autocomplacencia. Nos pide que renunciemos a nuestra responsabilidad e ignoremos las barreras políticas, sociales y sistémicas que durante mucho tiempo han impedido el progreso en otros ámbitos”, explica Steiner. “Con la IA, debemos elegir de manera diferente y hacerlo ahora. La inacción podría ampliar desigualdades y ser un obstáculo para la reducción de la pobreza o para que los más rezagados puedan cosechar los beneficios de un mundo impulsado por la inteligencia artificial” añade.

Es tentador creer que la IA por sí sola puede resolver nuestros desafíos de desarrollo, pero esa creencia invita a la autocomplacencia. Nos pide que renunciemos a nuestra responsabilidad e ignoremos las barreras políticas, sociales y sistémicas que durante mucho tiempo han impedido el progreso en otros ámbitos

Achim Steiner, administrador del PNUD

El informe señala tres áreas principales de acción para que esta tecnología contribuya al desarrollo. En primer lugar, invita a construir una economía en la que las personas y la IA colaboren, en lugar de competir. “No consiste en reemplazar humanos, sino en aumentar nuestra capacidad”, explica Steiner.

En segundo lugar, insiste en la necesidad de integrar la capacidad de actuación humana en todo el ciclo de la IA, desde su diseño hasta su aplicación. “La IA no es solo una innovación tecnológica, sino algo que se puede aprovechar para acelerar la innovación científica”, resume Conceição. “Hay muchísimas áreas en las que se puede sacar provecho de la inteligencia artificial, que no son solo para automatizar el proceso científico y creativo, sino para complementarlo y aumentarlo. Esto es particularmente importante hoy en día porque tenemos pruebas de que la tasa de productividad de la innovación científica y tecnológica está disminuyendo”, añade.

El documento cita el ejemplo de cómo la inteligencia artificial ha podido predecir con precisión estructuras de proteínas, una tarea que históricamente ha requerido años de experimentación. Al permitir el acceso abierto a estas estructuras, también se ha avanzado significativamente en el descubrimiento de nuevos fármacos y la detección de enfermedades.

Además, Steiner incide en el hecho de que “no tienes que ser un usuario directo de la IA para ser beneficiario”. El administrador del PNUD cita varios ejemplos, como InkubaLM, un modelo de IA diseñado para admitir idiomas africanos. “Gran parte del lenguaje universal en el mundo del software de programación e inteligencia artificial sigue siendo el inglés. Pero, en muchas comunidades, particularmente en el continente africano, hay cientos de idiomas y el uso de un modelo de código abierto a tan pequeña escala permite a las personas personalizar y adaptar la innovación a su contexto”, resume.

Steiner también menciona un dispositivo móvil utilizado en pueblos remotos de montaña en Bután que ayuda al diagnóstico temprano de posibles riesgos en el embarazo y parto, como que el bebé no esté en posición correcta. “Cuando empiezas a dar a luz, es demasiado tarde para bajar durante tres días por una montaña. Esta detección temprana permite que las mujeres acudan entre cuatro y seis semanas antes de parir a un hospital o centro de salud donde pueden ser atendidas”.

En tercer lugar, Conceição explica que es necesario dotar a las personas de las capacidades para prosperar en un mundo en el que es probable que esta tecnología se vuelva cada vez más omnipresente. “La mayor división en el futuro no será entre las personas y la IA, sino entre las personas que pueden aprovechar la IA y las que no”. “Esto hace que cerrar las brechas en el acceso a la electricidad y a internet sea más urgente que nunca para evitar que nadie quede excluido”, explica el comunicado de prensa.

Una idea en la que también incide Steiner: “Para optimizar el potencial de la IA y minimizar el riesgo de que cree un mundo de dos o tres velocidades, tenemos que invertir ahora en la capacidad de los países más pobres para pasar a una posición en la que puedan, con educación, pero también con inversiones, ser actores y socios en este escenario global de la IA emergente. El riesgo es que, si no lo hacemos, muchos países no podrán ponerse al día y tendremos un mundo que mucho más desigual”.

EL PAÍS

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